Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a
la eminencia que exige la persectiva colosal, que ofrece un cuadro tan
asombroso. Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija
en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo,
la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta
región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del
universo, extendiendose sobre sus dilatadas costas, entre esos
océanos, que la naturaleza había separado, y nuestra patria reúne con
prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo, de centro,
de emporio a la familia humana: ya la veo enviando a todos los recintos
de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y de oro, ya
la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los
hombres dolientes del antiguo universo, ya la veo comunicando sus
preciosos secretos a los sabios que ignoran cuan superior es la suma de
las luces, a la suma de las riquezas que le ha prodigado la naturaleza.
Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de
la justicia, coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la
majestad del mundo moderno.
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