martes, 2 de octubre de 2012

7 de Octubre

Dos hombres, dos proyectos antagónicos. La balanza inclinada hacia lados opuestos. Uno de ellos mafioso, representante de los sectores económicos, de los grandes empresarios, la gran prensa, las empresas de comunicación, el sectarismo religioso, la intolerancia, el sionismo, la moda, el lucro, el fascismo, el facilismo, el cortoplacismo, lo superficial.
 
Un mensaje mediocre cargado de consignas cortas, vacías y contradictorias. Una masa de seguidores que se conforman y regocijan con repetir que su candidato es un chocolatico dulcito, el flaquito, el galán. Un candidato con un pasado dudoso desde toda perspectiva.
 
No podía ser diferente, su mensaje tiene que ser superficial por lo que esconde detrás para sus seguidores y defensores a sangre, jóvenes, pequeños emprendedores, clase media. Es un consigna de moda pero preñada de exclusión, privatización y barbarie.

No podía ser diferente, necesita de los votos de los pobres. Resulta que Sifrinos y Ganaderos no son la mayoría. Entonces busca confundir copiando el mensaje revolucionario.
 
Sobre las Misiones y Consejos Comunales ya conocemos su opinión verdadera, lo vivimos en Miranda y en Táchira. El asedio a los CDI, el desalojo de los ambientes educativos de las Escuelas Estadales, la eliminación del presupuesto.

Sobre política petrolera también la conocemos, los vimos en acción  durante el Golpe de 2002, durante el paro petrolero, los oscuros días del Pilín León. Las colas por gasolina, por gas para las cocinas.
 
En cuanto al abastecimiento de víveres y alimentos, también los conocemos, los vimos derramando cisternas repletos de leche para el consumo y cerrando sus fábricas y comercios para negarnos del acceso al aceite de comer, a la harina para las arepas, a los granos.
 
Y por otro lado sencillamente Hugo Chávez. Mi voto es por Chávez.

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