Hace dos semanas que Barack Obama decretó a su
país en ‘Emergencia Nacional’ y declaró a Venezuela como ‘una amenaza inusual y
extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior de los Estados
Unidos’. Esta desproporcionada medida se recoge en un Decreto Presidencial
conocido como ‘Orden Ejecutiva’, el cual proporciona un basamento legal para poder
dirigir los recursos que el Ejecutivo de EEUU considere necesarios (presupuesto,
hombres, armamento, logística, operaciones especiales, etcétera) para enfrentar
la ‘amenaza’ entonces declarada, además de iniciar una dinámica de bloqueo
mediante su potestad para sancionar a personas o entidades que a su juicio
brinden colaboración al Gobierno o pueblo venezolano.
Se coloca como victimario de la seguridad nacional
de la mayor potencia militar del planeta al Pueblo venezolano y a su Gobierno,
acusándolo además de continuada violación de los Derechos Humanos, persecución
de la oposición política y corrupción generalizada, y se emite una primera
avanzada de funcionarios sancionados, seis militares y una civil.
El derrocamiento del Gobierno Legítimo del
Presidente Nicolás Maduro es sólo uno de los objetivos tácticos que se han
trazado dentro de su estrategia, pero no es el objetivo final de la constante
agresión a Venezuela. Ciertamente el Gobierno Bolivariano, representado por los
Poderes Públicos en todos sus niveles es el ‘muro de contención’ contra el
modelo neoliberal, la penetración del FMI y el BM en la toma de decisiones
sobre nuestra economía, el manejo de nuestras reservas financieras y la
estructuración de cómo se distribuye los recursos dentro de nuestro
presupuesto. Sin embargo, el verdadero trasfondo de su estrategia que data
desde la toma de posesión del Comandante Hugo Chávez en el Gobierno es
apoderarse nuevamente de las reservas energéticas y de la industria Petrolera venezolana.
Y no es poca cosa en términos cuantitativos. En el
mundo entero se contabilizan reservas totales de petróleo por el orden de 1.500
millardos de Barriles, la quinta parte de los cuales (300 millardos de Barriles)
se encuentran depositados en Venezuela delimitados en una porción de la nación cuya
superficie representa tan sólo el 6% de nuestro territorio nacional y que
conforman la mayor Reserva Energética existente en el planeta tierra. Por
Decreto Presidencial esta reserva recibe el nombre de Comandante Hugo Chávez Frías. Como si este hecho no fuera
suficiente, este reservorio se ubica a escasos 3.000 km por vía marítima
del consumidor más voraz de recursos en la historia (léase los Estados Unidos
de América) que con 4,4% de la población mundial concentra el 24,2% del consumo
de todo el petróleo del planeta.
Es evidente que el Comandante Chávez resistió y
salió airoso de todas las conspiraciones de las que fue objeto, definitivamente
un gigante invicto. Solo que la vida no le alcanzó para seguir la lucha, falta
por demostrar si efectivamente la agresiva enfermedad que acabó con su
existencia fue ‘espontánea’ o por el contrario inoculada de algún modo. Luego
de su siembra, sólo dos años bastaron para guardar el hipócrita recato de
quienes hoy se han lanzado de manera abierta, descarada, desmedida y mercenaria
a arrancar de las manos del pueblo el poder que nuestra Carta Magna nos ha
devuelto, principalmente a abrogarse desde el Pentágono o la
Casa Blanca la decisión sobre quien es apto
o no para presidir el Gobierno y el Estado venezolano, es decir, como potencia
supranacional que conculca la soberanía que los Artículos 1° y 5° de la Constitución
Nacional le reconoce única, exclusiva e irrenunciablemente al
pueblo venezolano.
Al son del Pentágono danzan en una suerte de
certamen los que se muestran como mejores agentes de los EEUU, los más
radicales pues. López, Ledezma y Machado por un lado, que acusan de blanditos a
Aveledo, Capriles y Falcón. Todos de la misma costura, madeinusa. Todos sumamente apenados con Obama por la altanería y
falta de sumisión de Maduro y los voceros del Gobierno.
El momento histórico clama por definiciones entre
los que están con la Patria
y los que están contra ella, los que están del lado de la paz o del lado de la
guerra, los aliados y los enemigos.
No hay lugar para la abstención.
Se apoya la Patria o se está en contra.
Yo firmo por la Patria.
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